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Fuma el Sur: Espiritualidad, Colonialismo y Cannabis

Introducción: un humo que cuenta historias

El humo de la cannabis no es solo una experiencia sensorial. En muchas culturas del Sur Global, fumar es un acto espiritual, un rito de conexión, una manera de acceder al mundo invisible.

Desde los rituales sufíes hasta las ceremonias afro-ameríndias, el acto de fumar cannabis siempre estuvo ligado a la búsqueda de sentido, equilibrio y trascendencia. Pero el colonialismo silenció esta dimensión, reduciendo el consumo a un acto patológico.

Fumar como espiritualidad encarnada

A diferencia de las formas higienizadas de consumo modernas (gotas, cápsulas, sprays), fumar implica cuerpo, respiración, presencia. Es una experiencia inmediata, íntima y profundamente ligada al contexto:

  • Fumar en comunidad crea vínculo
  • Fumar en soledad abre espacio para introspección
  • Fumar en ritual invoca al misterio

Estas formas de espiritualidad canábica desafían la lógica medicalizada que domina el Norte Global.

Colonialismo y demonización del humo

La colonización no solo impuso nuevas economías, sino también nuevas moralidades. El acto de fumar cannabis fue asociado a “barbarie”, “vicio” y “degeneración”. Este discurso fue usado para justificar prohibiciones, encarcelamientos y violencias racistas.

Hoy, mientras se popularizan vaporizadores de lujo en ciudades occidentales, millones de personas del Sur siguen siendo perseguidas por consumir de forma ancestral.

Descolonizar el acto de fumar

Descolonizar el uso espiritual de la cannabis es:

  • Recuperar el valor simbólico y ritual del humo
  • Reconocer que fumar también puede ser medicina
  • Dejar de juzgar desde criterios eurocéntricos
  • Volver a conectar con la tierra, el fuego, el cuerpo

Fumar no es necesariamente adicción: puede ser cuidado, puede ser oración.

El Sur como guardián del espíritu de la planta

Muchas comunidades del Sur Global nunca dejaron de fumar cannabis como parte de sus rituales. Son guardianes de un conocimiento que el mundo necesita recuperar.

En tiempos de ansiedad global, de crisis espiritual y desconexión, tal vez haya que volver a las prácticas que fueron criminalizadas.

Conclusión: el humo no se disuelve, se transforma

Lo que el humo trae no se borra con la prohibición. Se transforma, se esconde, pero sigue allí. Fumar el Sur es encender una historia, una memoria, una espiritualidad que sigue viva.

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